Los museos de Londres, Luxemburgo, Polonia y Auschwitz nos muestran como se vivieron algunas de las guerras más conocidas como la Primera o Segunda Guerra Mundial.
La muestra londinense Imperial War Museum, que se creó después de la Primera Guerra Mundial, narra las historias de la gente que vivió el conflicto. El día 2 de septiembre se cumplió 70 años del final del más cruento conflicto bélico de la historia: la Segunda Guerra Mundial, que se inició el 1 de septiembre de 1939 con la invasión por la Alemania de Hitler del territorio polaco y se alargó hasta 1945. Participaron ejércitos de más de 70 países en combates por tierra, mar y aire que enfrentaban a las potencias aliadas (sobre todo Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética) y las del Eje (Alemania, Italia y Japón). La guerra terminó con la victoria de las potencias aliadas y la creación de las Naciones Unidas, con la emergencia de Estados Unidos y la Unión Soviética como grandes superpotencias, pero principalmente, la guerra finalizó con las vidas de 60 millones de personas, la mayoría de ellas civiles.
Una manera de rendir homenaje a todos ellos y de celebrar el 70 aniversario del final de una guerra que jamás debería haber comenzado, es visitar los museos donde todavía perviven algunas huellas del infierno bélico más trágico de la historia. Para ello, nuestro recorrido empieza en el pequeño país europeo de Luxemburgo, donde abre sus puertas el Museo de Diekirch, que recrea como ninguno el día a día de los soldados alemanes y estadounidenses, así como el de los civiles, que se vieron sometidos a este enfrentamiento. En el edificio que alberga las diferentes exposiciones encontrarás un perfecto resumen de la tragedia, el dolor y el sufrimiento de todo cuanto acaeció en los territorios protagonistas del conflicto. En la actualidad, el museo es un punto de encuentro para veteranos de la guerra porque en él se celebran actividades de conmemoración.
Su premisa es conservar intacto un capítulo de la historia que truncó la vida de demasiadas personas y que no puede volver a repetirse. Y es que por desgracia, la Segunda Guerra Mundial marcó para siempre a Luxemburgo: Las Ardenas, un territorio en torno a Bélgica y Luxemburgo, fue el escenario de la Batalla de Bulge durante el invierno de 1944 y 1945, cuando la armada alemana lanzó su último ataque sorpresa contra los aliados en el frente occidental. Llevó años recuperar todo lo que se perdió en esta batalla, aunque lo más valioso, las vidas humanas, son irrecuperables. El Museo de Diekirch abre todos los días de 10 a 18h, excepto Año Nuevo y Navidad, y el precio de su entrada es de 5€. Se encuentra en el complejo Old Brewery (Barmertal número 10, Diekirch).
Viajamos hasta Londres para visitar el Imperial War Museum, el museo militar británico que se creó después de la Primera Guerra Mundial. Abre todos los días del año excepto 24, 25 y 26 de diciembre y se ubica en Lambeth Road. La entrada es gratuita y se propone (y consigue) narrar las historias de la gente que vivió en su propia piel el conflicto bélico. Incluye además una exposición especial, “Horrible Histories Spies”, que da a conocer la terrible historia de los espías durante la Segunda Guerra Mundial y cómo era su día a día. Todas las colecciones del museo se pueden disfrutar a partir de documentos personales y oficiales, material de cine, fotografías, grabaciones orales, y vehículos y aviones militares, que se encuentran distribuidos en distintas instalaciones de Inglaterra. Los objetos personales son uno de los principales atractivos del Imperial War Museum de Londres. A partir de ellos, explorarás hitos clave de la Segunda Guerra Mundial a través de las conexiones entre dichos artilugios y las vidas de las personas, y te revelarán los momentos más importantes de este enfrentamiento bélico.
Nos trasladamos hasta la capital de Polonia, Varsovia, para acceder al Museo del Alzamiento de Varsovia (Grzybowska, 79), situado en el edificio de la antigua planta eléctrica del tranvía y abierto con la intención de conmemorar el 60 aniversario del estallido de los combates para liberar a esta ciudad. Las exposiciones cuentan la vida diaria de los participantes del alzamiento de Varsovia a partir de imágenes y audiciones repartidas en una superficie de más de 3000 metros cuadrados. En total, unos 1500 documentos gráficos entre películas y fotografías que transmiten los horrores y la magnitud de la destrucción de esta ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. Si lo visitas, no te pierdas la torre del museo, desde donde podrás contemplar una espectacular vista de Varsovia y el Parque de La Libertad, con el Muro de la Memoria, en el que se grabaron más de 10.000 nombres de insurgentes caídos. El museo abre todos los días excepto los martes, y la entrada es gratuita los domingos.
Y terminamos nuestro recorrido en el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, que abrió sus puertas en julio de 1947 en dos antiguos campos de concentración: Auschwitz I y Auschwitz II-Birkenau, con casi 200 hectáreas. Una parte fundamental de las colecciones del museo son los miles de objetos personales que se encontraron tras la liberación de los judíos: maletas con nombres y direcciones de los asesinados, gafas, zapatos, uniformes a rayas, fotografías de los recién llegados… También se muestran algunos trabajos artísticos realizados ilegalmente por los prisioneros del campo. Hay cuatro lugares de especial relevancia que ponen de manifiesto el horror de quienes fueron prisioneros: las dos cámaras de gas, la vía del ferrocarril en el que llegaban los presos, y la fosa común de los cadáveres. El museo abre los siete días de la semana y ofrece diferentes visitas guiadas, una de ellas tan especializada que tiene una duración de dos días.