Nos sentamos a la mesa del moderno restaurante The Jane, construido dentro de una espectacular iglesia de Amberes, y sucumbimos al pecado de la gula.
Eso sí, ten en cuenta que en esta iglesia no encontrarás capellanes ni sacerdotes, sino a los chefs Sergio Herman, con tres estrellas Michelin, y Nick Bril, gracias a los cuales la antigua capilla de un hospital militar en Amberes (Bélgica) se convierte casi milagrosamente en el escenario del moderno restaurante The Jane (Site ‘t Groen Kwartier, Paradeplein 1). Un estudio de diseño holandés, Piet Boon, ha sido el encargado de este proyecto tan sorprendente y elegante en el que el espacio se transforma en el protagonista y donde en lugar de diez, sólo hay un único mandamiento: “No te quedarás con hambre”. Devoto o no, no tengas ninguna duda de que querrás cumplirlo a rajatabla, porque si la espectacularidad del lugar te dejará con la boca abierta, el sabor de sus platos te obligará a cerrarla para disfrutar de sus matices todavía más.
Pero primero es momento de adentrarnos en su interior y detenernos en observar que su balcón interior es ahora un selecto bar de copas, mientras que el salón principal bien podría estar pensado para el pecado si no se encontrara en la capilla, porque es allí donde podrás degustar los atrevidos y deliciosos platos de Sergio Herman, que conjuga los productos del mar del Norte con la alta cocina. El universo que te envolverá hará el resto, porque estarás rodeado de una decoración donde tanto lo moderno como lo antiguo tienen su espacio, creando una atmósfera cargada de misticismo. Para preservar la estructura y la esencia de esta capilla se han mantenido las baldosas y los techos originales, que podrás contemplar a través de la espectacular lámpara de araña que preside la estancia, una obra de arte creada por el estudio PSLAB constituida por barras de acero que se extienden en todas direcciones y que culminan en más de 150 luces creando un ambiente totalmente artístico.
Si miras ahora a los impresionantes vitrales que decoran los ventanales encontrarás una interpretación modernista de las antiguas vidrieras con escenas relacionadas con el mundo animal, la gastronomía y referencias religiosas de aspecto contemporáneo que mantienen, sin embargo, el diseño de las tradicionales iglesias en el uso de los colores y la estructura. La iconografía religiosa también está presente a través de 500 paneles únicos que conservan el pasado de la capilla pero que también integran símbolos de su nueva función como restaurante mediante la incorporación de elementos que hacen referencia al mundo culinario. Y es que para estos chefs la gastronomía es su religión y no tienen ningún problema en expresarlo, por eso en el lugar que ocupaba el altar se encuentra ahora la cocina, a modo de templo moderno, donde desde tu mesa podrás observar las avanzadas técnicas que utiliza este gran cocinero holandés a través de sus cristales, que permiten asistir a todo el procedimiento que siguen los platos que vas a degustar. Todo esto, junto con el ambiente discreto y distinguido que se respira en este restaurante, conseguido a través de las tonalidades neutras con pinceladas de color oro, lo convierten en todo un espectáculo para los sentidos y en un reclamo para los comensales de todas partes del mundo, por lo que si quieres vivir la experiencia en primera persona, debes reservar con tres meses de antelación.
Y es que aunque cualquiera se lanzaría de cabeza a degustar un menú de nivel en un sitio como este, la capacidad es para 60 comensales, pero una vez consigas tu plaza, The Jane hará el resto: tú sólo tendrás que prepararte para vivir una experiencia gastronómica divina gracias a las creativas mentes de Sergio Herman y Nick Bril. El menú del restaurante está compuesto por aperitivos, plato principal y postre, y tiene un precio por persona de 65€. Aunque si quieres alargar la experiencia, entonces lánzate a por el menú de siete platos (85€). Y para los más pecadores, resulta difícil no caer en la tentación del menú de ocho platos, que tiene un precio de 100€.
Mención aparte merece el vino, que aunque no está bendecido, sucumbe a los deseos de los más devotos, con la ventaja de que en lugar de tener que conformarse con el recatado trago de la eucaristía, aquí se puede pedir una copa tras otra sin ningún tipo de pudor. En el restaurante encontrarás una extensa carta de vinos con cabida tanto para los últimos hallazgos biológicos como para los grandes clásicos.
Y si bien The Jane es el primer restaurante convertido en iglesia, no es la primera vez que una iglesia se transforma dando como resultado otra construcción diferente. El estudio Zecc Architects, en Utrech, Holanda, se animó en su monumento a rediseñar una iglesia para construir una vivienda, lo cual no fue ninguna novedad para ellos porque anteriormente consiguieron reconvertir otro espacio santo en oficinas. En la iglesia-vivienda las vidrieras de colores permiten que el sol entre directamente hasta la cocina y el baño está presidido por una monumental lámpara de araña que nos obliga a recordar en cada momento que, aunque no lo parezca, estamos en una iglesia.