Hemos encontrado en diversas partes del mundo lugares que un día tuvieron vida y que hoy están abandonados por el hombre y arrasados por el paso de los años.

1. Estaciones que solían estar llenas de vida
La Estación Central de Michigan en Detroit es uno de esos sitios cubiertos de polvo que debes tener muy en cuenta. Erigida a principios del siglo XX con inmensas salas abovedadas y fachadas embellecidas con ventanas arqueadas, las autoridades creían que la estación revitalizaría la zona e incluso Henry Ford llegó a adquirir terreno alrededor para levantar un centro de negocios; pero la gran depresión que vivió en esos años Estados Unidos truncó los sueños de los locales.
La estación se dotó de todo tipo de servicios para los pasajeros (cafeterías, restaurantes, zona comercial) y se levantaron dieciocho plantas en las que se tenía pensando construir un hotel, pero finalmente sólo se llegaron a utilizar los primeros pisos destinados a oficinas por la ubicación de la estación, a las afueras de la ciudad. A esto hay que sumar la cancelación del servicio de tranvía que unía la estación y el centro de la ciudad y el inexistente servicio de parking. La Estación de Michigan sólo funcionaría a pleno rendimiento durante la Segunda Guerra Mundial gracias al tráfico de soldados y armamento. Aún así la estación no fue rentable en ningún momento y acabaría cerrada a cal y canto el 5 de enero de 1988.
También en Estados Unidos encontramos una estación, está vez de metro, muy cerca de los principales sitios de interés, eso sí, con menos turistas. Estamos hablando de la estación de Nueva York City Hall, que comenzó a funcionar el 27 de octubre de 1904, al igual que el resto de la primera línea de metro y que aún conserva el original estilo Art Nouveau. Esta parada dejó de utilizarse en 1945 ya que las autoridades consideraron que era no era rentable adaptarla a los nuevos trenes debido a que la estación estaba situada en una curva cerrada. Hoy en día por sus vías siguen pasando los trenes, por lo que si quieres fotografiar los arcos de cristales, azulejos y ladrillos de la vieja estación que ahora cumple 110 años de vida, debes montarte en el último vagón de la línea 6 y prestar mucha atención cuando el metro da la vuelta de Brooklyn Bridge.
Parecía que la actividad de la Estación de Canfranc, en Huesca, no iba a parar nunca por su situación privilegiada en los Pirineos, pero un descarrilamiento de un tren en 1970 que provocó la caída del puente de L´Estanguet, acabó con el tráfico internacional de pasajeros y mercancías en este punto. Inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII, esta estación ferroviaria unía España y Francia y su época de máximo esplendor fue durante la Segunda Guerra Mundial.
La Estación de Chamberí cayó en el olvido durante muchos años desde su clausura. La estación, que pertenecía a la Línea 1 del metro de Madrid, se cerró en 1966 debido a la imposibilidad técnica de ampliarla debido, principalmente, a su proximidad a las estaciones de Bilbao e Iglesia, y su situación en curva. Hoy en día esta estación, que como otras muchas se utilizó durante la Guerra Civil para refugiar a los ciudadanos, se ha reabierto al público interesado en conocer un poco más de aquellos años (mobiliario, cárteles publicitarios…).
2. Pueblos sin un alma
Puede que lo único que te encuentres al llegar a la pequeña localidad de Kolmanskop, en el Parque Nacional Namib-Naukluft, en Namibia, sea alguno de los utensilios que utilizaron los buscadores de diamantes a principios del siglo XX. Y es que en este recóndito desierto, que posiblemente lo recordaréis por la serie Friends, se construyó una mina de esta piedra preciosa que adquirió forma en cuestión de años. Rápidamente aumentó su población que huyó con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque por aquel entonces ya se habían extraído alrededor de 1.000 kg de diamantes en la zona.
Bodie, en California, es uno de esos pueblos estadounidenses deshabitados que aún conservan detalles de lo que era una localidad en el época de la fiebre del oro en el siglo XIX. Rhyolite (Nevada) también vivió el boom de las minas de oro. Su población llegó a más de 10.000 habitantes y se abrieron numerosos salones del oeste, restaurantes y hostales. Con la crisis financiera de principios del siglo XX se abandonó el pueblo. Los habitantes de Bannack (Montana), por el contrario, huyeron en los años 70, una vez que se habían agotado las minas de oro, que empezaron a explotar alrededor del mediados del siglo XIX. La Interestatal 15 conducía a los buscadores de plata a otro pueblo, hoy abandonado, Calico (Condado de San Bernardino, California), que perdió los habitantes poco a poco.
El silencio y la paz predominan en la ciudad ucraniana de Pripyat que se quedó totalmente abandonada tras el desastre de la central nuclear de Chernobyl el 26 de abril de 1986. Tendrán que pasar miles de años hasta que Pripyat vuelva a la normalidad debido a la radiación.
En Siberia el paisaje cambia al llegar a Mirny, una vieja mina de diamantes, mandada construir por el gobierno de Stalin con un diámetro de 1.200 metros y 525 metros de profundidad, que se cerró en 2011. De hecho, se tuvieron que abandonar los trabajos en esta mina ya que era imposible avanzar con la construcción del agujero. Durante su época más prospera llegó a producir unos 10.000.000 quilates al año.

3. Atracciones cerradas a cal y canto
Cada vez son más los parques de atracciones que se cierran por la bajada de número de visitantes y que se quedan en ruinas, escondidos entre vegetación frondosa. Del parque Lincoln, abierto en 1894, en Darthmouth, Massachusetts, nos quedamos con su enorme montaña rusa, que falló en varias ocasiones y que acabó con la historia de este parque de atracciones rodeado de maleza. No muy lejos, en Ohio, han quedado olvidadas las atracciones de Chippewa Lake Park, un parque que comenzó su andadura en 1878 y que dio por finalizada su actividad en 1978.
El parque Dadipark (Bélgica) destinado a los turistas, poco a poco fue encandilando a los locales por sus pequeñas y entretenidas atracciones y acabó convirtiéndose en el parque de referencia de los belgas. Con el tiempo y la falta de afluencia, la seguridad fue mermando hasta tal punto que un niño acabó herido y el parque cerrado.
¿A qué no sabías que hasta el año 1969 Alemania no contaba con un parque de atracciones? Se llamaba Kulturpark Plänterwald, aunque tras las reunificación fue bautizado como Spreepark. Este parque recibía al año alrededor de un millón y medio de visitantes hasta que una variación en la organización (se empezó a cobrar entrada general, en lugar de pagar por atracción, como había funcionado hasta ese momento) cambio el rumbo del parque y acabó echando el cierre en 2002.
Acostumbrados a las megaconstrucciones, en Japón levantaron en 1961 Nara Dreamland, un parque muy parecido a Disneylanadia que triunfó durante unos años hasta que la competencia abrió otro más moderno a escasos kilómetros. Menos éxito tuvo Gulliver´s Kingdom, que tan sólo duró 4 años, entre 1997 y 2001. El fracaso de este parque temático dedicado a la figura de Gulliver se debe principalmente a su ubicación, al pie del Monte Fuji, en un lugar conocido como “el bosque del suicidio”, nada propicio para ir con niños.
4. Refugios bélicos
Es muy difícil encontrar búnkers en Europa, aunque sean deteriorados, debido a su conflictivo pasado. Aún así hemos hallado algunos refugios que vale la pena conocer por su valor histórico. Como los búnkers que se conservan en la Playa de Camposoto, en San Fernando, en Cádiz. Erigidos durante la Guerra Civil Española, fueron utilizados como protección de la zona franquista.
Hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial, Hamburgo (Alemania), era una populosa ciudad con un pujante centro portuario que, desgraciadamente, se convirtió, después de Berlín, en un objetivo clave para los ataques de la RAF. Por eso, para proteger a los submarinos mientras los reparaban tuvieron que levantar unos enormes búnkers donde ocultarlos. Acabada la guerra, las autoridades quisieron desprenderse de todos los sitios que recordaban este episodio bélico y ante la imposibilidad de destruir esos enormes refugios, decidieron cubrirlos de escombros y erigir en ese lugar una nueva isla.
5. Hoteles Fantasma
Pese a estar ubicado en uno de los lugares más impresionantes de Colombia, junto al salto de Tequendama, a una altura de 157 metro, el hotel El Salto tuvo que cerrar sus puertas asfixiado por las deudas ante la falta de huéspedes. Nada hacía presagiar este final para este insólito alojamiento que en los años solía reunir a la alta sociedad de Colombia.
Menos suerte corrió el hotel Ryugyong, en Corea del Norte, que ni siquiera está previsto que abra sus puertas a pesar de los últimos intentos de las autoridades de incentivar la inversión en esta mole de vidrio emplazada en medio de la ciudad de Pyongyang. Iba a ser uno de los rascacielos más altos del mundo y uno de los hoteles con más pisos del mundo. La joya de la corona de Corea del Norte comenzó con el desaparecido Kim II-sung aún en el poder, allá por el año 1987, y las obras iban a finalizar dos años más tarde. El proyecto inicial constaba de 3.000 habitaciones, 7 restaurantes giratorios, casinos y clubs nocturnos. Pero la crisis económica de 1991 y el fin de la URSS acabaron con el sueño coreano. Además, desde sus inicios, la calidad del edificio dejó mucho que desear, ya que se emplearon materiales de baja calidad debido a la escasez de productos.

6. Abandonados en las profundidades
Llevaba más de 50 años oculta en el lago artificial de Zhejiang, y por fin ha salido a la luz la bella ciudad china de Shicheng, fundada durante la dinastía Han del Este, hace unos 1300 años. Los artífices de tal descubrimiento han sido un equipo de buzos que se quedaron con la boca abierta al encontrar a 20 metros de profundidad casas, templos y calles pavimentadas en perfecto estado de conservación. Y es que la ciudad se hundió lentamente después de levantar un dique en una nueva planta hidroeléctrica que decidieron erigir las autoridades.
Poco –por no decir nada- queda en la superficie del transatlántico SS América que encalló frente a la costa canaria, en la playa de Garcey, Fuerteventura, el 15 de enero de 1994, debido a un brutal temporal cuando era remolcado hacia Tailandia, donde iba a acabar su trayectoria convertido en un hotel flotante de lujo. La tripulación fue rescatada con un helicóptero, pero el buque no corrió la misma suerte. Acabó partido por la mitad y la proa se mantuvo erguida frente a la playa durante más de 10 años hasta que la corrosión del casco acabó debilitando el resto de la estructura y se sumergió en las cristalinas aguas del Atlántico. El SS América, rebautizado como El Naufragio, fue en su época uno de los transatlánticos más grandes de Estados Unidos y llegó, incluso, a utilizarse durante la Segunda Guerra Mundial con fines miliares.
No son pocos los que pisan las arenas de la Isla Fraser, Australia, para admirar lo que queda del SS Maheno, un buque por el que no hubo nada que hacer en julio de 1935. Una fuerte tormenta dejó inhabilitado a este gran buque de la línea de la Union Company of New Zealand que se encargaba de unir las costas de Nueva Zelanda y Australia.

1. Estaciones que solían estar llenas de vida
La Estación Central de Michigan en Detroit es uno de esos sitios cubiertos de polvo que debes tener muy en cuenta. Erigida a principios del siglo XX con inmensas salas abovedadas y fachadas embellecidas con ventanas arqueadas, las autoridades creían que la estación revitalizaría la zona e incluso Henry Ford llegó a adquirir terreno alrededor para levantar un centro de negocios; pero la gran depresión que vivió en esos años Estados Unidos truncó los sueños de los locales.
La estación se dotó de todo tipo de servicios para los pasajeros (cafeterías, restaurantes, zona comercial) y se levantaron dieciocho plantas en las que se tenía pensando construir un hotel, pero finalmente sólo se llegaron a utilizar los primeros pisos destinados a oficinas por la ubicación de la estación, a las afueras de la ciudad. A esto hay que sumar la cancelación del servicio de tranvía que unía la estación y el centro de la ciudad y el inexistente servicio de parking. La Estación de Michigan sólo funcionaría a pleno rendimiento durante la Segunda Guerra Mundial gracias al tráfico de soldados y armamento. Aún así la estación no fue rentable en ningún momento y acabaría cerrada a cal y canto el 5 de enero de 1988.
También en Estados Unidos encontramos una estación, está vez de metro, muy cerca de los principales sitios de interés, eso sí, con menos turistas. Estamos hablando de la estación de Nueva York City Hall, que comenzó a funcionar el 27 de octubre de 1904, al igual que el resto de la primera línea de metro y que aún conserva el original estilo Art Nouveau. Esta parada dejó de utilizarse en 1945 ya que las autoridades consideraron que era no era rentable adaptarla a los nuevos trenes debido a que la estación estaba situada en una curva cerrada. Hoy en día por sus vías siguen pasando los trenes, por lo que si quieres fotografiar los arcos de cristales, azulejos y ladrillos de la vieja estación que ahora cumple 110 años de vida, debes montarte en el último vagón de la línea 6 y prestar mucha atención cuando el metro da la vuelta de Brooklyn Bridge.
Parecía que la actividad de la Estación de Canfranc, en Huesca, no iba a parar nunca por su situación privilegiada en los Pirineos, pero un descarrilamiento de un tren en 1970 que provocó la caída del puente de L´Estanguet, acabó con el tráfico internacional de pasajeros y mercancías en este punto. Inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII, esta estación ferroviaria unía España y Francia y su época de máximo esplendor fue durante la Segunda Guerra Mundial.
La Estación de Chamberí cayó en el olvido durante muchos años desde su clausura. La estación, que pertenecía a la Línea 1 del metro de Madrid, se cerró en 1966 debido a la imposibilidad técnica de ampliarla debido, principalmente, a su proximidad a las estaciones de Bilbao e Iglesia, y su situación en curva. Hoy en día esta estación, que como otras muchas se utilizó durante la Guerra Civil para refugiar a los ciudadanos, se ha reabierto al público interesado en conocer un poco más de aquellos años (mobiliario, cárteles publicitarios…).
2. Pueblos sin un alma
Puede que lo único que te encuentres al llegar a la pequeña localidad de Kolmanskop, en el Parque Nacional Namib-Naukluft, en Namibia, sea alguno de los utensilios que utilizaron los buscadores de diamantes a principios del siglo XX. Y es que en este recóndito desierto, que posiblemente lo recordaréis por la serie Friends, se construyó una mina de esta piedra preciosa que adquirió forma en cuestión de años. Rápidamente aumentó su población que huyó con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque por aquel entonces ya se habían extraído alrededor de 1.000 kg de diamantes en la zona.
Bodie, en California, es uno de esos pueblos estadounidenses deshabitados que aún conservan detalles de lo que era una localidad en el época de la fiebre del oro en el siglo XIX. Rhyolite (Nevada) también vivió el boom de las minas de oro. Su población llegó a más de 10.000 habitantes y se abrieron numerosos salones del oeste, restaurantes y hostales. Con la crisis financiera de principios del siglo XX se abandonó el pueblo. Los habitantes de Bannack (Montana), por el contrario, huyeron en los años 70, una vez que se habían agotado las minas de oro, que empezaron a explotar alrededor del mediados del siglo XIX. La Interestatal 15 conducía a los buscadores de plata a otro pueblo, hoy abandonado, Calico (Condado de San Bernardino, California), que perdió los habitantes poco a poco.
El silencio y la paz predominan en la ciudad ucraniana de Pripyat que se quedó totalmente abandonada tras el desastre de la central nuclear de Chernobyl el 26 de abril de 1986. Tendrán que pasar miles de años hasta que Pripyat vuelva a la normalidad debido a la radiación.
En Siberia el paisaje cambia al llegar a Mirny, una vieja mina de diamantes, mandada construir por el gobierno de Stalin con un diámetro de 1.200 metros y 525 metros de profundidad, que se cerró en 2011. De hecho, se tuvieron que abandonar los trabajos en esta mina ya que era imposible avanzar con la construcción del agujero. Durante su época más prospera llegó a producir unos 10.000.000 quilates al año.

3. Atracciones cerradas a cal y canto
Cada vez son más los parques de atracciones que se cierran por la bajada de número de visitantes y que se quedan en ruinas, escondidos entre vegetación frondosa. Del parque Lincoln, abierto en 1894, en Darthmouth, Massachusetts, nos quedamos con su enorme montaña rusa, que falló en varias ocasiones y que acabó con la historia de este parque de atracciones rodeado de maleza. No muy lejos, en Ohio, han quedado olvidadas las atracciones de Chippewa Lake Park, un parque que comenzó su andadura en 1878 y que dio por finalizada su actividad en 1978.
El parque Dadipark (Bélgica) destinado a los turistas, poco a poco fue encandilando a los locales por sus pequeñas y entretenidas atracciones y acabó convirtiéndose en el parque de referencia de los belgas. Con el tiempo y la falta de afluencia, la seguridad fue mermando hasta tal punto que un niño acabó herido y el parque cerrado.
¿A qué no sabías que hasta el año 1969 Alemania no contaba con un parque de atracciones? Se llamaba Kulturpark Plänterwald, aunque tras las reunificación fue bautizado como Spreepark. Este parque recibía al año alrededor de un millón y medio de visitantes hasta que una variación en la organización (se empezó a cobrar entrada general, en lugar de pagar por atracción, como había funcionado hasta ese momento) cambio el rumbo del parque y acabó echando el cierre en 2002.
Acostumbrados a las megaconstrucciones, en Japón levantaron en 1961 Nara Dreamland, un parque muy parecido a Disneylanadia que triunfó durante unos años hasta que la competencia abrió otro más moderno a escasos kilómetros. Menos éxito tuvo Gulliver´s Kingdom, que tan sólo duró 4 años, entre 1997 y 2001. El fracaso de este parque temático dedicado a la figura de Gulliver se debe principalmente a su ubicación, al pie del Monte Fuji, en un lugar conocido como “el bosque del suicidio”, nada propicio para ir con niños.
4. Refugios bélicos
Es muy difícil encontrar búnkers en Europa, aunque sean deteriorados, debido a su conflictivo pasado. Aún así hemos hallado algunos refugios que vale la pena conocer por su valor histórico. Como los búnkers que se conservan en la Playa de Camposoto, en San Fernando, en Cádiz. Erigidos durante la Guerra Civil Española, fueron utilizados como protección de la zona franquista.
Hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial, Hamburgo (Alemania), era una populosa ciudad con un pujante centro portuario que, desgraciadamente, se convirtió, después de Berlín, en un objetivo clave para los ataques de la RAF. Por eso, para proteger a los submarinos mientras los reparaban tuvieron que levantar unos enormes búnkers donde ocultarlos. Acabada la guerra, las autoridades quisieron desprenderse de todos los sitios que recordaban este episodio bélico y ante la imposibilidad de destruir esos enormes refugios, decidieron cubrirlos de escombros y erigir en ese lugar una nueva isla.
5. Hoteles Fantasma
Pese a estar ubicado en uno de los lugares más impresionantes de Colombia, junto al salto de Tequendama, a una altura de 157 metro, el hotel El Salto tuvo que cerrar sus puertas asfixiado por las deudas ante la falta de huéspedes. Nada hacía presagiar este final para este insólito alojamiento que en los años solía reunir a la alta sociedad de Colombia.
Menos suerte corrió el hotel Ryugyong, en Corea del Norte, que ni siquiera está previsto que abra sus puertas a pesar de los últimos intentos de las autoridades de incentivar la inversión en esta mole de vidrio emplazada en medio de la ciudad de Pyongyang. Iba a ser uno de los rascacielos más altos del mundo y uno de los hoteles con más pisos del mundo. La joya de la corona de Corea del Norte comenzó con el desaparecido Kim II-sung aún en el poder, allá por el año 1987, y las obras iban a finalizar dos años más tarde. El proyecto inicial constaba de 3.000 habitaciones, 7 restaurantes giratorios, casinos y clubs nocturnos. Pero la crisis económica de 1991 y el fin de la URSS acabaron con el sueño coreano. Además, desde sus inicios, la calidad del edificio dejó mucho que desear, ya que se emplearon materiales de baja calidad debido a la escasez de productos.

6. Abandonados en las profundidades
Llevaba más de 50 años oculta en el lago artificial de Zhejiang, y por fin ha salido a la luz la bella ciudad china de Shicheng, fundada durante la dinastía Han del Este, hace unos 1300 años. Los artífices de tal descubrimiento han sido un equipo de buzos que se quedaron con la boca abierta al encontrar a 20 metros de profundidad casas, templos y calles pavimentadas en perfecto estado de conservación. Y es que la ciudad se hundió lentamente después de levantar un dique en una nueva planta hidroeléctrica que decidieron erigir las autoridades.
Poco –por no decir nada- queda en la superficie del transatlántico SS América que encalló frente a la costa canaria, en la playa de Garcey, Fuerteventura, el 15 de enero de 1994, debido a un brutal temporal cuando era remolcado hacia Tailandia, donde iba a acabar su trayectoria convertido en un hotel flotante de lujo. La tripulación fue rescatada con un helicóptero, pero el buque no corrió la misma suerte. Acabó partido por la mitad y la proa se mantuvo erguida frente a la playa durante más de 10 años hasta que la corrosión del casco acabó debilitando el resto de la estructura y se sumergió en las cristalinas aguas del Atlántico. El SS América, rebautizado como El Naufragio, fue en su época uno de los transatlánticos más grandes de Estados Unidos y llegó, incluso, a utilizarse durante la Segunda Guerra Mundial con fines miliares.
No son pocos los que pisan las arenas de la Isla Fraser, Australia, para admirar lo que queda del SS Maheno, un buque por el que no hubo nada que hacer en julio de 1935. Una fuerte tormenta dejó inhabilitado a este gran buque de la línea de la Union Company of New Zealand que se encargaba de unir las costas de Nueva Zelanda y Australia.