Dicen algunos argentinos que ellos son fruto de la explosiva combinación de italianos y españoles que crecieron al otro lado del océano. Dicen también, que Buenos Aires es una de las capitales latinas más europeas. Comparaciones aparte, Buenos Aires es una de esas ciudades que fue construida por migrantes procedentes de muchos lugares y cuyo resultado en la actualidad, tiene una fuerte personalidad propia. Es una especie de suma de muchas partes que se ha convertido en un todo y que por eso, a los españoles nos hace sentir muy en casa estando a la vez de viaje.
[Breve inciso: sobre estos temas puedes encontrar más información en el Museo de la Inmigración https://turismo.buenosaires.gob.ar/es/otros-establecimientos/museo-de-la-inmigración-muntref ]
A nosotros, Buenos Aires nos atrapa para volver una y otra vez. Lo conocemos en solitario, por trabajo, por ocio, en pareja y esta última vez, en familia. Por eso, una vez hechas las visitas oficiales requeridas que nos llevan a conocer historias de fantasmas en el cementerio de la Recoleta, perseguido sifones por el mercado de San Telmo, fotografiado los colores del barrio de Boca, la Casa Rosada, el Obelisco, el teatro Colón o el café Tortoni, aprovechamos para invertir tiempo en ese tipo de lugares pintorescos no tan turísticos donde mezclarnos con los porteños. Porque no hay nada más fácil que iniciar una conversación en Buenos Aires. Porque todo el mundo está conectado de alguna manera con los “gallegos” y porque si no lo están, eso no es impedimento para que las palabras fluyan.
Si además de conocer lo clásico, quieres disfrutar de “nuestro Buenos Aires, querido” aquí te dejamos algunos de esos lugares a los que volvemos una y otra vez por el simple hecho de respirar el aire de esta ciudad. A todos ellos, hemos llegado gracias a las recomendaciones de los locales.
Comer en los clubes sociales, pulperías y otros lugares antigourmets
El movimiento antigourmet (https://antigourmet.com.ar/) fue creado por un grupo de amigos con la idea de poner en valor esos bodegones “de toda la vida”. Locales populares en los que se come contundente y a buen precio, cuyos dueños se han dedicado en cuerpo y alma a su cocina, dejando en un segundo plano la actualización de la experiencia estética del local.
El origen de las pulperías tiene que ver con algo similar a las tiendas de ultramarinos (olvídate de encontrar pulpo en ellas), que empezaron sirviéndole un vino con algo para picar a los clientes y terminaron convirtiéndose en lugares en los que se puede comer. Los clubes sociales, son locales grandes, con pista de fútbol, mesas para jugar a las cartas y una cafetería en la que los tertulianos son asiduos y se conocen por su nombre. Algunas de esas canchas de fútbol se convierten por la noche en el escenario de milongas.
La capital del arte callejero
Buenos Aires es una de esas ciudades con mucho ocio cultural en museos, en teatros de todos los tamaños, en bares y también en las calles. El arte callejero está regulado y en muchas ocasiones, puedes encontrar a los mismos artistas con espectáculos más caros actuando en una esquina del metro o en un parque con tarifa “a la gorra”. En 2018, el diario Clarín publicaba el dato de que se calculaban unos 3.300 artistas callejeros, solo en la ciudad de Buenos Aires. Por entonces ya se hablaba de un proyecto para conseguir denominar a la ciudad como “la capital del arte callejero”.
Pero la música y el teatro, no son las únicas disciplinas que pueden disfrutarse paseando por las calles. Grafiteros y otros artistas plásticos con miles de seguidores en las redes sociales, decoran muchas de las medianeras, muros de los negocios y murales de la ciudad.
Además de lo que se puede encontrar por casualidad, solemos revisar la programación de la Ciudad Cultural Konex que suele contar con propuestas originales como el teatro ciego, conciertos de cantautores y otros festivales bastante originales (https://www.cckonex.org/espectaculos/)
Una tarde en el Ateneo
O una mañana… o un día entero. Esta librería de la Avenida Santa Fe 1860 es uno de esos locales en los que el tiempo se pasa volando. Por eso, cuando vamos nos dejamos llevar. Hay libros de todas las temáticas habidas y por haber, espacio para leer y una zona para los más pequeños en la que disfrutar de cuentos tradicionales y colecciones más actuales. Está abierta todos los días de la semana y no cierra al medio día. Es un planazo para coger un poco de aire entre visita y visita o simplemente para pasar el rato un día de lluvia.
Nos dejamos algunos secretos en la manga, aunque no queremos despedirnos sin confesaros que nuestro corazón está dividido entre los helados italianos y los porteños. Si tienes la posibilidad de conocer esta ciudad, entenderás por qué.