Coincidiendo con el equinoccio de primavera hace su presencia el dios Kukulkán en Chichén Itzá. Una ilusión óptica de luces y sombras que simula la bajada de una enorme culebra por la pirámide.
Cada año con motivo del equinoccio de primavera (y también del de otoño) que comienza el 20 de marzo tiene lugar un fenómeno que atrae a cientos de visitantes hasta Chichén Itzá, en Tinum, provincia de la península de Yucatán, México. Se trata del descenso simbólico de Kukulkán, dios maya con forma de enorme serpiente. Y hablamos de simbólico porque lo que ocurre es un juego de luces y sombras producidas por la situación del sol justo encima del ecuador, más concretamente incidiendo sobre la gran pirámide. Esto origina que los escalones de la fachada principal queden sombreados y parezca que son las formas ondeantes de una enorme víbora descendiendo por ella. Un total de siete triángulos que parecen cobrar vida propia. Si a esto le sumamos que en el último peldaño se encuentra una gran cabeza de serpiente, todo cuadra.
Este fenómeno se produce mucho antes de la puesta del sol y dura unas cinco horas. Los visitantes que se acercan a presenciar la escena se acomodan en la gran explanada que rodea a la pirámide maya (denominada El Castillo por los españoles), donde esperan que los rayos de sol rocen la escalinata. Siempre es una experiencia mágica visitar Chichén Itzá, sin embargo si tu visita coincide con este acontecimiento, tu viaje será redondo. Y cuando haya terminado puedes aplaudir, pero no sólo porque te haya gustado el espectáculo, sino porque escucharás un fenómeno acústico único. Si te sitúas frente a la gran escalera y emites un aplauso con tus manos, el sonido rebota simulando el canto de un pájaro quetzal. Los científicos de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) investigan este hecho y aún no saben por qué sucede, ni si fue premeditado por los mayas, lo que demostraría aún más sus amplios conocimientos de ingeniería.
Pirámide Kukulkán, la que marca los tiempos
El descenso de Quetzalcóatl, como también se le llama a la serpiente emplumada, se remonta a la construcción de la pirámide alrededor del 500 d.C. y señala los cambios de estación y los días del año solar de 365,25 días, lo que demuestra también los profundos conocimientos de astronomía, matemáticas y geometría del pueblo maya. Marca además la época de siembra y de recogida de las cosechas, por lo que la pirámide es un enorme calendario. Arquitectónicamente es un imponente edificio con base cuadrada (55,5 metros de lado) construida en honor a la serpenteante deidad, que alcanza los 30 metros de altura y en su cima alberga un templo. Está formada por nueve escalinatas y cuatro caras adornadas con serpientes y tigres. Curiosamente las graderías principales tienen 91 peldaños que sumados dan como resultado los días del año. La bajada de la serpiente se produce en la fachada principal orientada al norte.
Tesoros mayas
El descenso de Kukulkán es la disculpa perfecta para que visites todo el centro histórico de Chichén Itzá, una de las Siete maravillas del mundo moderno y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Una ciudad prehispánica que fue la capital de la cultura maya por excelencia y en la actualidad es un centro sagrado que se conserva en perfectas condiciones. Se extiende unos veinte kilómetros cuadrados con grupos monumentales dispersos unidos entre sí por calzadas o ‘sacbés’.
Otro de los templos es el de Los Guerreros, decorado con tableros que llevan esculpidas figuras de dioses y animales y que está integrado en el Grupo de las Mil Columnas, que servían de apoyo al techo que cubría unas inmensas galerías. El Caracol u Observatorio Astronómico, uno de los más llamativos del conjunto arquitectónico, tiene forma abovedada y posee pequeñas ventanas orientadas a los puntos cardinales y a otros de relevancia astronómica. También allí se encuentra el recinto más grande de la cultura mesoamericana del tradicional deporte de juego de pelota.
Ten en cuenta
La entrada a Chichén Itzá cuesta unos tres euros (64 pesos mexicanos) y su horario de apertura es de 8:00 a 17:00, todos los días, y la visita te llevará no menos de tres horas. En ocasiones como el equinoccio puede permanecer abierto hasta más tarde. El complejo está a 115 kilómetros de Mérida, puedes acceder a través de la carretera Kantunil–Xcan o por la 180 hacia Pisté, a dos kilómetros del sitio arqueológico. Y si estás en México D.F. puedes llegar en dos horas de vuelo hasta el aeropuerto de Cancún que está a 200 kilómetros de Chichén Itzá. Una vez allí lo mejor es que te hagas con un mapa y que además contrates un guía turístico, de esta forma no perderás detalle de toda la historia y curiosidades de la zona.