Es difícil caminar por los barrios periféricos de Belfast y no encontrarse con los grafitis políticos que se empezaron a pintar en los años 70.
Existen unas buenas razones de peso para ir a Belfast a realizar la ruta por los grafitis políticos e históricos de aquellos que apoyan la pertenencia al Reino Unido y de los vecinos, por otro lado, que prefieren la independencia o la incorporación a la República de Irlanda. Es a los barrios periféricos de Belfast donde hay que desviarnos para empaparnos de estos dibujos que nos muestran una disputa que se ha cobrado en algo más de 50 años alrededor de 3.500 vidas.
Falls Road ya no se concibe sin los murales nacionalistas que se comenzaron a pintar después de los unionistas o probritánicos, al igual que sin los dibujos que han plasmado en las fachadas cercanas a la sede del Sinn Féin (principal partido nacionalistas) o a la tumba del líder republicano Bobby Sands, que muestran lazos con Palestina o Cuba. A día de hoy también esta emblemática calle conserva un tramo, conocido como “línea de la paz”, que divide a las dos comunidades y cuyas puertas se cierran cada noche aún. Estos muros, similares a los de Gaza o Cisjordania y parecidos a los que un día separó a las dos Alemanias, están repartidos a lo largo de 30 kilómetros y suman un total de 80 muros, aproximadamente.
Skankill Road, aunque esté paralela a Falls Road, nada tiene que ver con esta última. Esta calle, abarrotada de bares y restaurantes de comida rápida, está arropada por murales donde predominan los colores de la bandera británica (azul, rojo y blanco), y donde se alaba a la familia real. Lo cierto es que los mejores murales de Skankill están en las urbanizaciones. En ellos se hace especial hincapié en una banda unionista, conocidos como los carniceros de Shankill, que durante los años setenta del siglo pasado se internaba en esta zona al anochecer a asesinar a civiles católicos. Muchos de los murales han sido firmados por grupos paramilitares.
New Lodge Road, al noroeste del centro, junto al parque Waterworks, ha sido la escogida por muchos republicanos para vivir. Aquí ondean las banderas republicanas y sus muros aluden a los 10 nacionalistas que fallecieron tras secundar una huelga en la cárcel en 1981. Próximo al bar Fitzgerald, a mediados del siglo XIX, se pintaron unos murales que denunciaban la escasez de cultivos y la ineficacia de los políticos que causó que dos millones de irlandeses tuvieran que abandonar su país.
Al otro lado del río Lagan, en Newtonards los unionistas han querido recordar con un gran muro a los británicos que construyeron el Titanic a principios del siglo XX, así como la batalla de Boyne. Con las pinturas de Ardoyne, ubicadas al final de Crumlin Road, los católicos quieren homenajear a las chicas que en 2001 fueron acosadas mientras iban a la escuela situada en una zona protestante.
Sabías qué…?
Para visitar los murales se puede coger los famosos taxis negros, en los que el propio conductor sirve de guía. Esta es la mejor opción dada la distancia entre los murales. Aún así hay quienes prefieren realizar la ruta a pie. Si finalmente os decantáis por esta última alternativa no vais a tener ningún problema, siempre y cuando seáis respetuosos con los murales.
Belfast, la capital de Irlanda del Norte
La ciudad de Belfast se asienta en la desembocadura del río Lagan, cauce de agua que fue mejorado en el siglo XIX para ser navegable. La capital del Úlster ha sido escenario de algunos de los acontecimientos más importantes de Irlanda. En la actualidad se recupera de los conflictos políticos que han forjado su historia y se prepara con esperanza e ilusión para un futuro de paz y autonomía. Un paseo por el centro de la ciudad permite comprobar que la vida fluye por doquier, rejuveneciendo a esta hermosa urbe, salpicada de pubs, restaurantes y hoteles de lujo.
Algunos de los lugares más emblemáticos de esta ciudad que renace tras décadas de conflictos son el Waterfront Hall, magnífico centro de exposiciones y congresos, el restaurante Deanes, la Universidad de la Reina, construida en el año 1849 en estilo Tudor, el edificio del Ayuntamiento, decorado con mármoles, la Galería de Arte de los Jardines Botánicos, la Aduana de Donegal Ouay, construida en estilo italiano, la Gran Casa de la Ópera, de estilo rococó y el Museo del Úlster.
El Ayuntamiento es el edificio más impresionante de Belfast. Está construido con piedra de Portland y la cúpula es de bronce. En su interior alberga un gran mural que representa la evolución industrial de la ciudad.
El «Albert Memorial» es la Torre del Reloj, situada muy cerca del río. Se la conoce como la «Torre inclinada de Belfast». Después hay que visitar la Catedral de Belfast, situada en Lower Donegall Street. Es una construcción de estilo romántico irlandés finalizada en 1904 que contiene en su interior un bello mosaico que representa el desembarco de San Patricio en Saul.