Al norte de Marruecos hay dos destinos que bien justifican una escapada desde España, los cuales, si bien son diferentes, tienen un elemento en común: un medina que te traslada al medievo. Me refiero a Chefchaouen y Tetuán.
Chefchaouen es sin duda el destino más popular al norte de Marruecos. O Chaouen, como quizás es más conocido en España.
Desde hace décadas, muchos de los jóvenes que desde España se plantean ir a Marruecos en un viaje iniciático tienen a Chefchaouen como su primer destino. Algo ha tenido que ver su larga fama como centro neurálgico de campos con grandes extensiones de cultivos de opiáceos.
Pero hay otro motivo más interesante por el que en un viaje al norte de Marruecos, donde puedes llegar en ferry desde Algeciras o Tarifa, o más directamente en un vuelo barato hasta Tánger, Chefchaouen deber ser una etapa imprescindible: su encantadora medina.
Chefchaouen en una pequeña ciudad de unos 40.000 habitantes, cabeza de una de las provincias de la región norte de Tánger-Tetuán, pero todo su encanto se concentra en su muy manejable medina.
Situada en la ladera de una de las montañas del alto Atlas, a una hora al sur de Tetuán, por su fama como lugar de campesinos antes de conocerla pensaba que se trataba de un pequeño pueblo con encanto, desde la distancia, según me acercaba en coche, me sorprendió divisar una ciudad de pequeñas dimensiones.
Pero realmente tu visita se debe centrar en exclusiva en su preciosa medina.
Su historia se remonta a la época en la que fue fundada por los bereberes en el siglo XV, época en la que acogió a los moriscos y judíos andalusís que tras la Reconquista tuvieron que huir de España.
Te diré que la medina de Chefchaouen ha mantenido la misma configuración que entonces, y cuando la visites, entenderás por qué es conocido como el “pueblo azul”.
Eso sí, si la visitas durante un fin de semana, un puente o en época vacacional, te verás rodeado de cientos de turistas, donde no faltan los grupos de japoneses o de jóvenes norteamericanos o europeos que están estudiando en alguna ciudad andaluza.
Lo mejor, si puedes, es visitarla en otra época, incluso en invierno. Ahí apreciarás al máximo su enorme encanto, con sus estrechas y empinadas callejuelas, con las fachadas que combinan el blanco de la cal con el llamativo color azul. Y con rebuscados rincones donde te puedes perder.
La medina de Chefchaouen es un lugar “vivo”, por donde la práctica mayoría de sus residentes andan cubiertos con sus exóticas chilabas de lana, típica prenda de campesinos.
También es un lugar ideal para tus compras, pues en tu paseo por la medina una sucesión de tiendas, en su mayor parte de ropa, pero donde también destacan los más típicos productos de artesanía.
Sentarte a tomar un té con menta en una de las muy concurridas terrazas de la céntrica plaza Utah el-Hamman, donde puedes pasar horas viendo su gran ambiente, o subir hasta los antiguos lavaderos donde varias mujeres te ofrecerán hacerte fotos con sus muy coloridos y llamativos gorros de campesinas, son actividades que no pueden faltar en tu visita de Chefchaouen.
Pero en tu ruta por el norte de Marruecos no es necesario llegar hasta Chefchaouen para ver una medina que mantiene su configuración medieval.
A apenas media hora en coche desde Ceuta, o a una hora desde el aeropuerto de Tánger, tienes la ciudad de Tetuán, la que fuera capital del antiguo protectorado español en esta zona de Marruecos.
Ya se trata de una ciudad de ciertas dimensiones, nada turística, donde puedes pasar un día sin ver ningún occidental.
En tu visita deberás pasear por el barrio del Ensanche español, el cual se desarrolló junto a la medina durante la época del citado protectorado, y donde ahora podrás ver una sucesión de casa coloniales con fachadas luminosamente blancas.
Pero la medina vuelve a ser el foco de tu visita.
Bastante más grande que la de Chefchaouen, tu paseo por la misma será siempre por estrechos callejones y numerosos pasajes cubiertos, los que te llevarán a las calles más comerciales donde se agrupan los diversos oficios, como los cueros, los orfebres o los textiles.
Su genuina configuración medieval, donde también llegaron los moriscos y judíos andalusís, la ha llevado a ser considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
También es una medina muy “viva”, donde llegarás a rincones sorprendentes, como el “garaje” donde cada día se guardan los burros que llegan a la medina cargando mercancías, la zona de tintoreros y curtidores de cueros, o los pequeños talleres donde a mano los costureros hacen las chilabas.
En suma, disfrutar del encanto de las medinas de Chefchaouen y Tetuán justifica de sobra una escapada al norte de Marruecos.