Recuerdo la primera vez que estuve en Nueva York y vi aquellas inmensas (¡porque eran INMENSAS!) tartas de queso en las vitrinas de todas y cada una de las pastelerías y restaurantes por los que pasaba. Las había de todos los sabores posibles, chocolate, oreo, cereza, fresas, limón, naranja… ¡Era imposible resistirse!
El NY Cheesecake se caracteriza por el uso de “heavy cream” (nata de montar, alta en grasa) o “sour cream” (nata agria) que le da esa cremosidad especial. En este caso, como la nata agria es más difícil de encontrar en nuestro país, lo prepararemos con nata de montar. Además, la combinación de la ralladura de limón con la vainilla le dará el toque perfecto de acidez y dulzura.
Algunos consejos previos al horneado:
Asegúrate de que todos los ingredientes estén a temperatura ambiente.
Bate siempre lentamente, ya que si bates rápido entrará mucho aire en la masa y luego éste querrá salir en pleno horneado y ¡rajará la superficie!
Hornea con calor arriba y abajo, sin usar el ventilador. De esta forma garantizarás un calor más uniforme y controlado que con aire.
Respeta las temperaturas y los tiempos de horneado.
Un horno muy fuerte o demasiado tiempo de horno puede hacer que tu maravillosa tarta de queso de seque y se raje dentro del horno.
Al sacar el cheesecake del horno se deshinchará, no te asustes, ¡es normal!
NUNCA desmoldes el cheesecake en caliente: respeta el tiempo de enfriado en nevera que le dan la textura perfecta.
Para la base:
200g de galleta
95g de mantequilla
1 cucharada de panela
Para el relleno:
750 g de queso crema tipo Philadelphia
160 g de azúcar
2 cucharadas de harina
4 huevos M
100 ml de nata de montar
1 cucharadita de vainilla en pasta
1 cucharadita de ralladura de limón
Para decorar:
400g de fresas limpias y troceadas
80g de azúcar blanco
60ml de agua
1 cucharada de maicena
Precalentamos el horno a 165ºC y engrasamos nuestro molde desmontable de 18 o 20 cms de diámetro con spray desmoldante.
En primer lugar, trituramos las galletas hasta que parezcan pan rallado. Las mezclamos con la mantequilla, fundida, y el azúcar y las usamos para cubrir la base y los laterales hasta, al menos, unos 2,5 cm de altura. Metemos en la nevera a que se endurezca.
Mientras se enfría, preparamos el relleno. Batimos el queso con el azúcar y la harina hasta que la mezcla sea homogénea, siempre a velocidad lenta si estamos usando una batidora. Incorporamos los huevos, uno a uno. Finalmente, añadimos la nata, la ralladura de limón y la vainilla y mezclamos de nuevo para lograr homogeneidad. Sacamos la base de la nevera y la rellenamos con esta mezcla.
Horneamos durante 25 minutos a 165º con calor arriba y abajo y después bajamos la temperatura a 120º y seguimos horneando otros 60 minutos, o hasta que toda la superficie haya cuajado y sólo quede el centro un poco húmedo.
Una vez fuera del horno, espera a que regrese a temperatura ambiente y después mete la tarta en la nevera durante 4 – 6 horas (puedes prepararla de un día para otro). Después espera al menos 30 minutos antes de consumirla, para que vuelva a temperatura ambiente.
Para preparar la salsa: Coloca las fresas con el agua y el azúcar en un cazo y cuece a fuego medio hasta que comience a hervir. Baja el fuego y mezcla, en un bol, la maicena con un par de cucharadas de agua, hasta que no tenga grumos. Incorpora esta mezcla a las fresas y remueve muy bien hasta que se integre. Cuece cinco minutos más, o hasta que el líquido se haya densificado. Sirve caliente o fría sobre el cheesecake.