Los amantes del mar tienen una cita obligada en Gijón. El Hotel Príncipe de Asturias ofrece al viajero unas vistas difícilmente mejorables, con la playa de San Lorenzo, el Cantábrico y sus olas como telón de fondo.
Pero las vistas no son el único aspecto llamativo de este establecimiento. Su ubicación, en pleno barrio de La Arena (rebosante de vitalidad, sobre todo en sus sidrerías), hace que el visitante pueda llegar de forma rápida a cualquier punto céntrico de la ciudad.
En pocos minutos se plantará sin problemas en Cimadevilla, casco histórico por antonomasia de la villa que vio nacer al ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos. A ello hay que sumar los diversos ejes comerciales con los que cuenta la ciudad, así como otros lugares de obligada visita y situados en el centro de Gijón.
Son los casos del paseo de Begoña, la plaza Mayor, el puerto deportivo (hogar de numerosos veleros) y el estadio de El Molinón (campo de fútbol profesional más antiguo de España, fechado en 1926).
De todas formas, la movilidad a pie puede suponer algún problema para alguna que otra persona. Llegados a este extremo, hay varias paradas de autobús y taxi a pocos metros del hotel, que cuenta, además, con un aparcamiento privado para los residentes. Por ello, empaparse de la idiosincrasia gijonesa, ya sea sobre ruedas o caminando, resultará una tarea de lo más sencilla.
El Hotel Príncipe de Asturias, de cuatro estrellas, dispone de 78 habitaciones adaptadas a personas con discapacidad y convertibles en individuales, dobles y triples (además de suites) en función de las necesidades de cada huésped.
Además, ha sido renovado recientemente y goza de una fachada totalmente acristalada con ventanales azules en los que se refleja el Cantábrico en su máximo apogeo. Sin duda, una característica que mejora la experiencia de pernoctar en una habitación con vistas al mar.