Que todos los miembros de la familia disfruten es el objetivo con el que se trabaja en el Gran Sol Hotel. Es por eso que todas sus instalaciones están cuidadas al detalle.
Empecemos por las habitaciones. En ellas los huéspedes encontrarán todo lo que necesitan para hacer de esos días de descanso una experiencia única. Camas confortables, decoración cuidada y extras como mantas y almohadas. Sentir la brisa del Mediterráneo a primera hora de la mañana desde el balcón privado es un placer indescriptible. Todas cuentan con baño privado totalmente equipado, televisión con varios canales y luz natural. Si se necesita algo más es posible contactar por el teléfono con recepción, que está operativa las 24 horas del día.
En las zonas comunes el cliente también siente esos cuidados. Dos piscinas exteriores, una de ellas infantil, proporcionan ese punto refrescante que viene muy bien en los meses de más calor. A su alrededor, una zona de solárium con hamacas. Su pista de tenis es perfecta para practicar este deporte en las horas más frescas del día.
Disfrutar de la gastronomía catalana es posible sin salir del Gran Sol Hotel. Solo hay que acercarse al restaurante L’Ermita y dejarse aconsejar por los profesionales sobre cuáles son sus especialidades. También se encuentran bares dentro de las instalaciones para tomar un café o un refrigerio en cualquier momento. Merece la pena acercarse por los salones para banquetes y celebraciones especiales.
Otro servicio que merece la pena destacar es el de lavandería para poder viajar sin demasiada ropa. Además los clientes disponen de un parking privado que les permitirá ahorrar tiempo en aparcar en una zona en la que podría resultar un tanto complicado hacerlo.
Es sin duda un buen alojamiento para aquellos que quieran desconectar de la rutina y vivir la Costa Brava en todo su esplendor.